lunes, 1 de abril de 2013

Arce

Ahora recuerdo que hace días salimos al tiempo de casa para el trabajo y en el camino nos quedamos parados sonriendo rotundamente ante la rama desnuda de un árbol que exhibía en su punta un testarudo brote rosa. Descubrir que puedes enternecerte conmigo ante semejante simpleza, tú que a diferencia mía llevas toda la vida viendo llegar las primaveras, me revolcó los efluvios amorosos que a pesar del tiempo y las vicisitudes no dejan de estar vivos.
Cuando ayer paseando vimos un árbol de la misma especie, me dijiste que era un Arce con su nombre científico y me diste una vaina para traerla conmigo y guardarla con la intención de plantarla en el incierto jardín de alguna casa que alguna vez tendremos. Ni por un segundo me pareció improbable, así que aquí tengo la semilla conmigo: algún día nos sentaremos bajo el árbol que en mi corazón ya tiene fuertes raíces y flores de alucinante fucsia.

2 comentarios:

  1. Amo este fragmento y lo que aquí se relata, cómo se cuenta y sobre quien. Amo a los personajes de esta escena, sean o no sean ficticios. Y amo la belleza que a veces desprende su escritura. Escriba usted más a menudo, señora Blanco. Se la echa de menos por estos paisajes...imaginarios, reales? Da lo mismo.

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  2. Tan reales como los Arcerezos, árboles que a veces son Arce, a veces cerezo y que dan flores y frutos dentro mío cuando un comentario suyo en una entrada mía, trae la primavera.

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