Y me dejé caer y me dispuse a morir. Cuánto amor tuve que tener para desarmarme y cuánto recibí aun en mi caída. Ahí estaban todas, 50 manos que no cayeron conmigo ni me sostuvieron, pero que impidieron que me rompiera. La compasión es eso: dejar caer sin dejar romper.
No hay comentarios:
Publicar un comentario