jueves, 15 de noviembre de 2012

Ruido de sexo

A puerta cerrada para que no nos oigan, para que no nos vean. Ahogando los gritos, los gemidos inconfundibles, la respiración agitada y encadenada del deseo. Escondiéndonos, despojos de la vergüenza y el miedo, para que no nos oigan, para que no nos vean los pelos desarreglados, las faldas subidas, los ojos ligeramente inflados de placer. Que no se oiga. Nuestro silencio es la consideración que tenemos con la herida de nuestros vecinos de llama tardía y lecho vacío.

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