Amazona mía, qué cansada estás tras librar todas esas guerras de hielo blanco y de roja sal. Si yo pudiera, te daría un castillo para descansar, pues es sólo eso lo que necesitas ahora para conquistar el terreno de tu alma que a sangre y fuego jamás se rendirá: el de tu propia mano, tu propia sangre y tu verdad.
Un castillo no, un reino entero.
ResponderEliminarHubo una vez un hombre que ofrecía su reino por un caballo. Igual sería un buen intercambio: cualquier mujer que es capaz de cercenarse un pecho para cabalgar mas ligera y defenderte, se lo merece,no?
Mas glupys:)
Más glupys de vuelta para ti. Gracias por leerme y por tus palabras.
ResponderEliminarAmor,
Vicks.