martes, 14 de agosto de 2012
Deseo
Por debajo de mi piel repta el deseo como una serpiente de hierro; se desliza con sus escamas metálicas ardientes, rasgándome desde dentro. Mi pelvis sigue el sinuoso movimiento, los pezones erguidos, la electricidad en los dedos, el sudor propio y ajeno, el gusto agrio, el desorden del pelo. Mi cuerpo busca la voluptuosidad de otro cuerpo y comprueba en un momento la necesidad de máxima unión y máxima separación al mismo tiempo. Me transformo en serpiente bífida a merced de ese deseo hijo de la incoherencia, de la perplejidad que no entiende que seamos dos.
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