sábado, 25 de agosto de 2012

Miel

Tengo tu nombre en mi boca como miel, tu nombre que se repite dulce, que se envuelve con su eco viscoso rodeando mi lengua. Tu nombre pegado en mis dedos, tu nombre dorado escurriéndose por mi pecho. Tengo tu nombre romano invadiéndome todas las cavernas que creía abandonadas por el tiempo o tragadas por el moho, lavándolas como río con su elixir de gusto agolosinado, retumbando su correr como un coro en el que tu nombre forma un canon en que todas las voces son tu nombre. Ahí está tu nombre cuando despierto, cuando miro, cuando siento, cuando me ducho, cuando me visto, cuando me desnudo; tu nombre, tu nombre confitado que me lleva, que me acaramela, que me relame la conciencia. Tu nombre que se enreda, que chorrea meloso y bondadoso. Tu nombre que me sonríe allí entre las flores que se abren en mis terrenos antes baldíos. Tengo tu nombre como miel. Tengo tu nombre.

El día de la alcachofa

Habríamos de celebrar, digo yo, el día de la alcachofa. El día en que mi pasión alcachofar (o alcachofística, según diga la RAE, que no quiero yo cometer improperios hablando de asuntos tan serios) juntó tu fascinación y la mía en torno a un solo gran mordizco. Celebraremos que es "por causa de una alcachofa" y no "por culpa de una alcachofa", es decir, aplaudiremos los eventos -pasados o corrientes- que se han ido sucediendo para que ahora andemos tú y yo salpimentados y contentos. Agradeceremos, beberemos y cantaremos los fracasos y los aprendizajes viejos, así como agradece uno a las hojas que va comiendo y que le van revelando el blando centro de la noble verdura que aquí nos convoca. Sabremos que así mismo se atempera el propio núcleo, antes flojo y rollizo, ahora más fuerte y macizo. Y es que quién diría que tras tanta hoja haya semejante maravilla. Quién lo diría. Ciertamente yo no -sopena mi alcachofero entusiasmo (perdonará la RAE si estoy faltando al buen uso del lenguaje)- termino de enterarme de los misterios estos que nos deja caer la vida en forma de flor o en forma de hortaliza.
Propongo pues que el día de la alcachofa sea un día en que se festeje nuestro encuentro fortuito e imprevisto, no buscado pero bienhabido. El jolgorio habrá de tener todo el misiticismo y el asombro merecido. A manera de ritual, abriremos nuestras bocas y diremos un "ohhhhh" sorprendido -subiendo también las cejas, como es debido- dejando que la vibración del sonido transforme nuestras vaguedades en un beso firme que se acerque deleitado y se aleje obnubilado. Y asi, degustándonos hoja a hoja, nos acercaremos al corazón. Tú te comerás el mío y yo el tuyo de un tarascón, y ambos sonreiremos contentos, satisfechos, sintiendo el ajeno y tumultuoso latido en la tripa rellena del amor con el que nos tropezamos un día alcachofetado.

Oda a los fluidos

Saliva, pis, sudor, moco, legaña, flujo, sangre, bilis, jugos gástricos, humor vítreo, leche, semen, vómito, pus, sebo, flema. Fluidos corporales en cantidades navegables. Aunque los creas asquerosos, son más loables que tú por el hecho de circular por ti aunque tú te estanques.

Fuente

Esa fuente de piedra tiene cara de mujer. Para saciar mi sed, puse mis labios en su boca y la besé. Instante de recíproca vitalidad.

jueves, 23 de agosto de 2012

Vuelta

He vuelto a mi vida, que aunque vacía de ti, ha estado llena. Y ahora contigo canta una música nueva, la de saberte, si bien lejano, cerca.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Ocaso

Si uno pudiera, si pudiera yo, mejor dicho, recordar el ocaso. Ahora que amanece y hay tanta luz no puedo siquiera concebir posible que alguna vez el sol se oculte, que siga una trayectoria que extinga este resplandor blanquecino y exultante. Pero lo hace y lo hará, y vendrá la oscura noche a encontrarme en mi desnuda soledad.

martes, 21 de agosto de 2012

Alba

Se levanta con el sol cada mañana y va al río a lavarse y a lavar las ropas o los pocos trastes. El agua fría le corre entre los dedos, a veces algún pez la toca haciéndole cosquillas y luego se se pierde entre los remolinos, al igual que ella luego se pierde entre la jungla o los palafitos. Mañana tras mañana, no se sabe bien si es ella quien visita a los peces o los peces a ella. Ambos son parte del paisaje, igualmente libres.

lunes, 20 de agosto de 2012

Mendigo

Hoy vi una mendigo, harapienta y sola de contacto humano como todos los mendigos. Hacía ademanes raros, se quejaba, no de no tener dinero, sino de estarse calcinando. El verano está duro: el sol le quemaba los escasos y grasientos pelos. La mujer estaba mendigando sombra. "Un poco de sombra, señor sol, señora nube, un poco de sombra por el amor de dios". Vi al rededor la gente con sus abanicos, con sus botellas de agua, con sus sombreros de algodón. Todos somos mendigos; todos sin excepción.

sábado, 18 de agosto de 2012

Abeja

Las flores tienen nombres raros. Hay flores que tienen nombre de catástrofe anunciada, de cataclismo. Una va volando por el jardín botánico, haciendo su labor, y se encuentra "Hello Darkness" o "Euphoria Nocturna", flores oscuramente seductoras, hembras fatales, dráculas de colores invitadoras y letales. No se puede confiar en las flores. Tanta belleza y falsa inocencia de pétalos abiertos. Entiendo la gente que las corta y las lleva a casa, decapitando tanto embeleco. Yo por mi parte caigo siempre en la trampa, aunque sé, caigo una y otra vez. Al ver los mortíferos nombres de las flores, al oler su mareante y melífero perfume, me desdeño por ser abeja.

Insomnio

¿Cómo vas a poder dormir con tanta vida dentro tuyo? ¿Con tantos navíos, tantos seres, tanto barullo?

Tren

Tren de ida. Retorno cierto dentro de un retorno incierto. 16:00 y el calor sofocante dentro y fuera. Vaya verano. Cuánto necesito sumergirme en tu oasis fresco, en ese espejismo que nos traemos. Engaño dulce, retorno incierto dentro de mi retorno cierto.

Ósmosis poética

Entonces mezclaríamos poesía. Yo escribiría un poema en sus manos, él un soneto en la espalda mía. Luego, al amarnos, se escurriría la tinta y nos lavaría de palabras dichas. Al cogerme de la cintura, él se teñiría con los residuos ahora transformados por el sudor en una sangre roja, en una múltiple pasión compartida. Allí comenzaría la ósmosis poética, la mezcla maravillosa que trasciende las letras, las asimila, las atraviesa, las penetra.

viernes, 17 de agosto de 2012

Mano

Hay una belleza enclenque que casi cualquier cosa derriba en ese poner tu mano en mi mano. Es tan efímera, tan circunstancial. No importa si reposa por poco o largo rato, hay un breve instante de chispa fugaz en donde aparece esa belleza tonta, un poco perdida, ingenua; la belleza de la ilusión de tenernos, de estar genuinamente entre tanto vacío y tanto espacio para habitar. Si ese momento se prolongase, desafiaría las leyes de la masa, el peso y la gravedad y mis lágrimas conmovidas saldrían por tus ojos, tu lengua se movería en mi boca, nuestras piernas andarían acompasadas y confundidas. Seríamos una amalgama imposible y excesiva y tu mano ya no reposaría en mi mano porque las dos serían la misma y estarían la una en la otra permanentemente, perennemente y sin salida.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Lupa

Cómo quisiera tener una lupa para conocer cada milímetro de tu cuerpo, tocarte con la certeza de que no se queda nada por fuera, recorrer todos tus rincones con los ojos, con la lengua, con los dedos. Cómo detesto la sensación de que el tiempo no basta para caminarte de punta a punta, de que mi curiosidad no se agota en ninguna de tus costas. Necesitaría una lupa que multiplicara mis pasos y mis caricias, que fuera mi aliada contra el tiempo que pasa y que pesa.

Pupila

Me veo reflejada en tu pupila mientras te acaricio. Mi reflejo es deforme y horrible y no entiendo el amor que emana de tus ojos y que me ve bella e invencible.

martes, 14 de agosto de 2012

Muelle

Sentado en el muelle a la madrugada, como tantos otros días. Todos los otros keikórides ya dormían; sólo él permanecía con la cabeza en alto mirando las estrellas, queriendo descifrar a dios y sus estratagemas. Permanecía sabiendo que se iría a la esterilla con la madrugada y sin ninguna pregunta resuelta, pero tenía la esperanza de poder dormir quizá con el alma más contenta, acariciada por el brillo de las miles estrellas, llena de el azul profundo del cielo, sin más.

Deseo

Por debajo de mi piel repta el deseo como una serpiente de hierro; se desliza con sus escamas metálicas ardientes, rasgándome desde dentro. Mi pelvis sigue el sinuoso movimiento, los pezones erguidos, la electricidad en los dedos, el sudor propio y ajeno, el gusto agrio, el desorden del pelo. Mi cuerpo busca la voluptuosidad de otro cuerpo y comprueba en un momento la necesidad de máxima unión y máxima separación al mismo tiempo. Me transformo en serpiente bífida a merced de ese deseo hijo de la incoherencia, de la perplejidad que no entiende que seamos dos.

lunes, 13 de agosto de 2012

Guerra

Habría que besarse siempre al terminar una guerra. Sólo para saber que no importa cuánto peleen las dos lenguas, esa batalla constituye un sólo beso, un único y largo suspiro. Todo lo que parecía separado en la guerra, al besarse ganará la conciencia de estar indisolublemente unido, irremediablemente unido, eternamente unido.

Como en los libros

Esa mujer parece sacada de un libro de Henry Miller a veces, a veces de un libro de Cortázar, a veces de una cartilla para niños. Ha salido de allí pero no es ninguno de los personajes en ellos, se parece sólo en que es muy ella. Come como ella misma, camina y vuela, y sueña y sabe como ella, y hace esos ruiditos tan suyos y es tan suya toda ella. Parece sacada de un libro de Goethe cuando respira, cuando duerme, cuando mira. Esa mujer quiere ser el personaje de otro libro donde se pueda mezclar conmigo, yo que parezco sacado de las escrituras milenarias que yacen en el bosque, entre las fibras de los árboles, entre los suelos fangosos, la tierra húmeda, las raíces. Yo que parezco salido de ese libro abierto e inmenso que son las montañas cuando respiro, cuando duermo, cuando miro. Esa mujer quiere mezclar su especie con la mía, su soledad de ser tan ella, con la mía que es de río que corre bien adentro entre la selva. Sabe que no nos hallaremos, pero nos haremos compañía.

Los besos y el espacio-tiempo

Me quedo sintiendo cómo mi boca pequeña calza dentro de tu boca grande, cómo mis besos se pierden en los tuyos como ranas en un estanque que se abre expansivo, que me abarca en una mezcla de humedad y aire. Cierro más los ojos para encontrarme, pero por un instante el espacio de ese estanque se ha hecho infinito y mi lengua rueda libre, desecha de tiempo, despojada de mí, en ti.

lunes, 6 de agosto de 2012

Leer las nubes

Conocí a un hombre que alguna vez supo, pero ahora ha olvidado, leer las nubes. Esa es una rara habilidad, al menos en estos tiempos, y me dio pena por las nubes tan llenitas de mensajes que ya nadie conocerá, pasando así desapercibidas. Le animé entonces a que reprendiera y le mostré mis pies llenos de lluvia, mi mano izquierda y mi cadera. Para sorpresa mutua el hombre supo descifrar sin dificultad los secretos ocultos en cada una de mis nubes.
Así se recupera una capacidad ancestral: trayendo el reino de las nubes al cuerpo.

domingo, 5 de agosto de 2012

Laguna

Al ir por agua, se arrodilló en la orilla y se observó en la laguna. La superficie verdosa le devolvía un rostro viejo y cansado que temblaba miedoso ante el menor soplido. El hastío nadaba entre los ojos reflejados acompañando la imagen con su tono agrio y sombrío. Ese era él y esa era su vida, toda encapsulada en ese instante; cada marca perecía contenerla resumida. La espiral degradada de su auto-conciencia marchita fue irrumpida por un pez pequeño y negro que agitó su cola en la superficie. Ahora la belleza, el delicado jugueteo y la sorpresa eran también parte del reflejo, y el agua aun remolinada mostró una risa como un acordeón extendido que se oyó estruendosa sobre los coros de los grillos.
Por eso los Keikórides no tienen espejos.

Neuronas

Voy olvidando cosas, se me escapan como agua en una coladera. Creo que el esfuerzo intelectual me ha quemado las neuronas. Datos de mi biografía, nombres de gente importante, de lugares conocidos. Pero no sólo eso, creo que he olvidado cómo relacionarme y que no recuerdo cómo hacer el amor. La ventaja está en que ahora puedo recuperar la memoria de mi cuerpo en otro cuerpo aprendiéndola otra vez, desde cero, con ingenuidad infantil. Si como dicen por ahí, el corazón tiene cerebro, para amar no se necesitan demasiadas neuronas. Esto es algo para agradecer a dios.

sábado, 4 de agosto de 2012

Gris

Me convenzo y confirmo mi conocer de cada jugada, pensamiento, emoción, movimiento y premeditación. A veces reina a veces peón, me harto de los blancos y los negros y de las premoniciones de cartón. Me entrego a mi propio Jaque Mate y me salgo de este tablero, de mi reducido cuadrado interno, sin esperanza pero con fé de que ahí fuera hay algo más auténtico y más veraz, algo que más cercano al amor quizás.

Diástole y Sístole

A veces no quepo en los brazos de nadie ni hay árbol que me dé sombra ni cielo que me abarque y me vuelvo Gulliver, inmensa y llena de mí, y me quedo tan sola, tan sola sin cobijo alguno que empiezo a encogerme y me vuelvo pequeña -diminuta incluso- y quepo en todas partes y desaparezco entre los bolsillos de algún nadie y me pierdo entre las fibras de una tela extraña y me hago invisible y a la vez ciega y pierdo la perspectiva y para encontrarla tengo que crecer y comienzo a expandirme y tengo que volver a crecer y vuelvo a empezar.

Rana

La rana se subió en mi dedo corazón. El agua corría sobre nosotras; mis dedos ondulaban, se movían vibrantes agitados por la corriente, pero ella no se inmutaba. Apenas respiraba y yo la veía, entre el agua brava y rabiosa, siendo todo lo que yo querría ser.

Vacía

Quiero vaciarme de todo y vaciarme de mí. Deshacerme de cada cosa que he creído que soy, despojarme de todas mis afiliaciones, lealtades y formas, de los calificativos y los sustantivos, de los contornos, de los aromas. Y vacía totalmente, quiero que llegue la muerte e intente buscarme y tenga que pasar de largo porque ya no haya un alguien que me habite, ya no haya yo, ya no haya nada, nada, nada.