sábado, 21 de julio de 2012

Rompecorazones

Cuando salieron a la clase de música, Manu se escurrió entre los otros niños y con subterfugio impecable logró su cometido. Al volver de clase, Karina encontró sobre su asiento una bolsita transparente llena de dulces, gominolas, chocolates y caramelos blandos. La detalló y examinó su contenido. Miró a su alrededor. Ningún indicio de por qué estaba allí la bolsa. Así que la tomó y la llevó a la profesora reportándola como objeto perdido.
Nunca apareció el dueño. Manu no quiso decir que eran suyos, principalmente porque no lo eran, eran de Karina, aunque ella no se hubiese dado cuenta. Karina en el fondo siempre tuvo la duda de si al entregar la bolsita a la Señorita Linares no estaba rompiendo dos corazones.

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