Me pregunto si los pájaros cuando trinan serán tan felices como yo cuando canto, si sentirán éste júbilo que parece filtrarse entre las grietas del alma para soldarlas y repararlas. Si es así, no importa que el pájaro esté enjaulado, como no importa que yo esté en esta cárcel: La voz puede liberarnos del cautiverio. Una tonada puede ser la llave hacia la total emancipación del ego.
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