sábado, 17 de marzo de 2012

Oda al pie de cereza

Yo que creía que nada podía llenar este vacío, mi falta fundamental. Estaba segura hasta que te vi, inmóvil tras el vidrio. Te tuve en mis manos y se produjo ese encuentro feliz entre tus agridulces de texturas redondeadas y mi boca, haciéndome recordar todo aquello que había olvidado hacía un momento: que en la vida no es todo mierda y que merezco, al menos, un trozo de pie de cereza.

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