martes, 7 de febrero de 2012
Aprender a morir
Se me hace difícil pensar en algo que sea más necesario para vivir una vida que valga la pena ser vivida, que aprender a morir. Morir cuantas veces sea necesario, morir a todo, morir a cada idea, a cada instante, a uno mismo. Hacerse amigo de la parca de tanto morir y, tomando un té, darle las gracias por el tiempo y por el vacío que crea, que es lo único cierto dentro de nuestra impermanencia.
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