sábado, 19 de noviembre de 2011

3

Victoria Blanco nació una madrugada de luna llena a las 6. En el instante exacto en que batallaba para escurrirse por la vagina de su madre, el Sol salía por el este y la Luna se ponía por el oeste, momento de esplendor extático en que que el cielo ni oscuro ni claro, era ambos. Entonces fueron 3: la Luna, el Sol, y Victoria; la madre, el padre, y Victoria; la vida, la muerte, y Victoria; el día, la noche y Victoria.
En toda bifurcación, Victoria toma siempre los 2 caminos, pues si bien ceñirse a 1 sería valiente y corajudo, ser bañada por los 2 cuerpos celestes alineados en oposición es más fuerte. No sabe elegir una cosa sin negar la otra: la feminidad sin negar lo masculino, las tinieblas sin cerrar la luz, lo pasivo sin matar lo agresivo. Tampoco sabe tomar una cosa sin soltar la otra: una ilusión por otra, una carrera por otra, una pasión por otra, un amor por otro. Así, siempre está triangulada, porque nació a las 6, 3 más 3, siendo el 3 entre los romances quebrados; y cuando sólo hay 1 u 2, buscará obsesivamente sumar para encontrar la belleza celeste del 3.

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