lunes, 28 de noviembre de 2011

Cíclope

El Mundo de Dentro, tan acogedor y pleno de finos matices, se vio irrumpido con violencia cuando abrió los ojos: Imprevistamente se encontró frente a un cíclope que al alejarse lentamente se fue convirtiendo en mujer.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Prioridades

Haya tal vez errores terribles que he cometido en mi vida por la falta de reconocimiento de la elasticidad y fuerza de mi miocardio. Explícome: Escuchaba ayer la historia de un hombre que su propio corazón había roto en pos de unos ideales tales y cuales sobre cómo vivir la vida suya, que suya era y no de otros y en esta reivindicación se ha pasado su tiempo. También la historia de una aguerrida mujer que amole con una incondicionalidad no correspondida y dolorosísima tipo hierro de campana. Como eran la misma, ambas historias, llena me vi de una tristeza perpetua que a sacudirse se niega y sigue hoy aferrada a las membranas mucosas de mi estómago nutriéndome con su azul oscuro.
La narración era de una belleza indecible, pero la tristeza me llegó cuando escuchándole al hombre reparé en que de la misma herencia que él soy, y me sentí de repente ¡tan aterradoramente equivocada! ¡Vanidosa, dura, fatua! Quise algunos litros lacrimógenos desparramar sobre el martillo con el que he ido siempre quebrando mi propio centro en la mareada y torpe carrera que llevo para tocar la realidad en su pura vena. Desolada estaba, no porque el hombre y yo hiciéramos un poco lo mismo, sino porque clara era la diferencia en la calidad de su tejido cardiaco y del mío. A diferencia del suyo, el mío débil es y se despedaza desgarrándose tras cada detonación, casi imposible de volver a coser. Mi musculatura cardíaca -y entender esto ya más me vale- es frágil y necesita ser cuidada con amor blanca nieves o bella durmiente. Puede que el hombre esté correcto en su quehacer porque su corazón es animal de estepa. El mío sin embargo es quizá más parecido al de la mujer en la historia, y sea tal vez lirón que quiere hacerse nidito y donde es calientito aprender a quedarse sin tener que enredarse en las prioridades basadas en ideologías que, al final, son todas ilusas y se desploman falsas revelando la ingenuidad de mis sacrificios que sin saber unir, siempre desintegran.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Si yo fuera Aire

Si yo fuera aire me escurriría entornada entre las ramas de los árboles silbando secretos. Me estrellaría contra las ventanas haciéndolas tronar en las noches sin tempestad. Mecería los barcos creando sinfonías metálicas con los cabos sueltos de todas partes y llevaría olores de un sitio a otro: a hierba recién cortada, a lavanda, a casa habitada. Si yo fuera aire haría ruido y estaría perfumada para poder ser notada, pero también a veces soplaría suave e imperceptiblemente, y en vez de ser observada observaría el mundo moverse a través de mí, de la atmósfera omnipresente que soy.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Luz y Polvo

A sus 10 años tenía una sensibilidad delicada y silenciosa. Había encontrado ciertas rarezas maravillosas en diferentes rincones de su casa; entre ellas, un lugar cerca a la ventana del comedor por donde entraba como cascada el resplandor potente de la tarde. Frente al haz de luz podía sentarse por horas a ver las partículas de polvo flotar lentamente como si fuesen el tiempo mismo detenido; los segundos, los minutos navegando lentamente en el espacio. Con su corta edad parecía entonces milenario, contando el tiempo ingrávido e iluminado por el halo solar blanquecino.

sábado, 19 de noviembre de 2011

3

Victoria Blanco nació una madrugada de luna llena a las 6. En el instante exacto en que batallaba para escurrirse por la vagina de su madre, el Sol salía por el este y la Luna se ponía por el oeste, momento de esplendor extático en que que el cielo ni oscuro ni claro, era ambos. Entonces fueron 3: la Luna, el Sol, y Victoria; la madre, el padre, y Victoria; la vida, la muerte, y Victoria; el día, la noche y Victoria.
En toda bifurcación, Victoria toma siempre los 2 caminos, pues si bien ceñirse a 1 sería valiente y corajudo, ser bañada por los 2 cuerpos celestes alineados en oposición es más fuerte. No sabe elegir una cosa sin negar la otra: la feminidad sin negar lo masculino, las tinieblas sin cerrar la luz, lo pasivo sin matar lo agresivo. Tampoco sabe tomar una cosa sin soltar la otra: una ilusión por otra, una carrera por otra, una pasión por otra, un amor por otro. Así, siempre está triangulada, porque nació a las 6, 3 más 3, siendo el 3 entre los romances quebrados; y cuando sólo hay 1 u 2, buscará obsesivamente sumar para encontrar la belleza celeste del 3.

jueves, 17 de noviembre de 2011

¡Cinismo ya!

Me pasa que cuando escribo por la mera inspiración de ver algo ajeno que me toca en algún sitio, el simple hecho de ponerle mis palabras basta para que me apropie yo de la cosa. Entonces comienza la especie de esquizofrenia esta en que ya no sé qué hace parte de mi vida y qué no, y los recuerdos de cosas que jamás me han pasado se me hacen vívidos,obvios y coherentes. Mi vida, entonces, termina siendo increíblemente intensa aunque no pase nada, aunque esté todo el día frente al ordenador o como una abuelita en la mecedora con el gato en las piernas.
Lo divertido es que a mí se me hace evidente por efecto de la escritura, pero esto es algo que está en la experiencia de la conciencia ineludiblemente, que no sabemos mucho cuáles son los límites de la vida, de la realidad y de la fantasía. No puedo dejar de sentirme bastante tonta y hasta patética de cara a esto cuando me preocupo por el porvenir, o incluso por el mismo instante. Si todo es una ilusión, ¡seamos cínicos! ¡absoluta y descaradamente cínicos, por favor!

lunes, 14 de noviembre de 2011

Rastro

Entre mis cosas voy encontrando trazas del día que pasamos juntos bajo el sol y la luna decreciente. Una cuerda con la que ató mi bota suelta, un pedazo de cinta siliconada repara-todo, vestigios de tinta verde en mis dedos. Al verlas me nace una especie de amor que me hace querer besarlas o ponerlas entre mis manos cóncavas como si fueran pajaritos débiles. Es una sensación agridulce porque al final no es a ellas sino a él a quien quiero mimar, y en su ausencia mis labios, sin más remedio, buscan su rastro.

martes, 8 de noviembre de 2011

Dolor

Tengo las manos manchadas. Creía que era por la hemorragia que te había causado al herirte, pero ahora veo que es mi propia sangre.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Diana

Diana es esta mujer maravillosa que a sus 40 años mantiene una perfecta forma y un espíritu prodigioso. Hablar con ella es como sumergirnos juntas con ojos cerrados en hondonadas pantanosas, con una complicidad que avanza ciega pero deleitada. Me fascina su conversación culta pero flexible e ingeniosa que permite también la banalidad y el sentido del humor. Es una delicia la manera como usa el lenguaje, me relamo en la exquisitez de sentirme entendida e identificada en las sutilezas y las nimiedades.
Pero sobre todo, valoro la sensación aterciopelada que me eriza los pelos cuando veo que alguien más entiende cómo es eso de entrar en la más absoluta melancolía y el sinsentido, de sentirse pesada e inútil para la vida y luego, así no más, recobrar el alma por el simple motivo de ver papel vegetal de colores, telas japonesas con estampados brillantes o lucecitas que titilan.
Es complacida con cosas como este tejido que urdimos juntas, que puedo comenzar a reconciliarme con el género humano.

Abrazo hueco

Hay días en que me encuentro extrañándote, echando en falta las cosas más insignificantes y absurdas. Por ejemplo, estar tumbada leyendo y escuchar que enciendes la ducha y el agua cae, se va por el drenaje y el vapor empaña las ventanas. O extraño tomar el té en silencio en el sofá, desconectados cada uno en su ordenador, y de repente verte reír solo a carcajadas. Me hace falta cuando me llamabas nombres raros y tiernos, o cantar hasta marearte, o tu felicidad inaudita cuando te batía la cola imitando a tu perro, o soñar contigo y despertarte agradeciéndote con besos y sonrisas, en vez de levantarme amarga cuando apareces en mi mundo onírico.
En estos días llego incluso a extrañar la soledad de cuando te ibas, porque era distinta a esta que duele tanto y está, como decía Benedetti, tan concurrida.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Micro- relato

Hay cosas que en su momento habrían dado para un relato largo pero que con el tiempo, pasada la efervescencia, ya no llegan ni a un micro-relato, porque han pasado del amor a la rabia, de la rabia al miedo, y del miedo al olvido que las barre como hojas secas. Así mismo, las cosas de las que hoy escribo relatos -y en extrapolación mi vida entera-, todo aquello a lo que doy importancia o que vivo como si fuera absoluto, también se irá archivando y llegará a ser tan indiferente como un aire que no silba. Paso, igualmente, y siento nostalgia de mi propia vida cuando ya hayan transcurrido años de que muera.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Tesoro

Cuando era pequeña tenía una cajita donde guardaba tesoros. Siempre iba caminando mirando al suelo, buscando cualquier cosa digna de ser guardada. Entre los objetos adquiridos se encontraban: Un botón blancuzco de un centímetro de diámetro, un pedazo de malla de asbesto cuyas uniones soldadas me parecían preciosas, un trozo de vidrio azul (probablemente de una botella de perfume, imaginaba yo, aunque ahora lo creo improbable), una cuenta iridiscente que debía haber pertenecido a un pendiente, y un pedazo de bluetag verde.
Un día le enseñé a otra niña mis tesoros y ella, retorciendo la cara con el más alto desprecio, me preguntó que si mi mamá me permitía guardar basura.
Cerré mi mano y guardé mi cajita nuevamente sin responder, sintiéndome incomprendida y preguntándome triste qué podría pasarle a esa niña para no darse cuenta de lo magnífica que era mi colección. Quise incluso ofrecerle el pedazo de vidrio azul, mi gran favorito, para sanar su alma rota, pero me dio vergüenza.
Volví a casa y escondí mi cajita en el fondo del cajón de mi nochero. No creía que mi mamá fuera a despreciarla, pero preferí no arriesgarme. Siempre me aferré a las cosas bonitas.

martes, 1 de noviembre de 2011

A veces me enamoro

A veces me enamoro frívola y poderosa, a veces tierna y taimada. A veces me enamoro de muerte y arrastro pesada oscuridad, a veces de manera ligera e incauta, casi frugal. Me enamoro de mí misma y quien soy en el amor, o de él absolutamente y me olvido de mí. A veces soy láctea mujer, suave, balsámica, cremosa. Ayer en cambio era desastrosa, voluptuosa, descarnada, sanguínea. A veces me enamoro obsesiva, a veces desapegada, o me enamoro platónica, o mágica, o sensual y me vacío en el otro y me vuelvo a llenar. A veces me enamoro de hombres que no conozco, o varias veces del mismo hombre o de varios hombres al tiempo por lo general. A veces tengo el corazón tan seco y cerrado que no puedo amar ni al sol, y a veces lo tengo tan grande, tan rojo, tan libre, que ya no hay hombres ni mujeres ni dios, y amo al mundo y ya no soy.